“Es un hecho que prácticamente el pueblo entero trabajaba en la siembra de mariguana; la prueba está en que apenas llegamos y todos los hombres huyeron al monte. Pero no los vamos a perseguir, ellos son los menos culpables, estaban amenazados y no les quedaba de otra”, fueron las declaraciones de un alto mando militar que acudió a supervisar los trabajos que se realizarían para la incineración de la hierba en San Pedro, una pequeña comunidad de Chihuahua, que a decir las propias autoridades se dedicaba en su mayoría a la siembra de la ‘canabis’.
Dicen quienes saben que a un kilómetro de distancia se podía percibir el olor a mariguana de las 30 hectáreas sembradas a escondidas entre plantas de maíz, pero que “nadie” sabía de su existencia.
Con 120 habitantes, la rutina de este lugar implicaba estar a unos metros del cuarto mayor sembradío de enervantes que se haya detectado en Chihuahua, sin duda un dato que ejemplifica de la mejor manera la realidad nacional del Bicentenario.
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